domingo, 31 de agosto de 2014

TEMA 11 SUBLEVACIÓN MILITAR Y GUERRA CIVIL



1.- INTRODUCCIÓN.
2- LAS CAUSAS DE LA GUERRA
3- DEL PRONUNCIAMIENTO A LA GUERRA CIVIL.
4- LOS RASGOS FUNDAMENTALES DE LA CONTIENDA.
5- LAS OPERACIONES MILITARES.
         6- LA EVOLUCIÓN INTERNA DE LAS DOS ESPAÑAS.
                            6.1.- La zona republicana.
6.2.- La zona "nacional".
 7.- LAS CONSECUENCIAS DEL CONFLICTO.
                            7.1.- Las consecuencias de la guerra.
7.2.- Los efectos de la represión posbélica.

1.- INTRODUCCIÓN.

 Durante la II República se inició en España un proceso de revolución democrática que ponía en peligro los intereses de las fuerzas tradicionalmente dominantes: oligarquía agraria y financiera, la Iglesia y el Ejército. Estos sectores intentaban impedir los cambios, y hubo movimientos de insurrección con el objetivo de derribar el régimen legalmente constituido. Con este fin, un sector del Ejército llevó a cabo, el 18 de julio, un golpe de Estado que fracasó por la movilización popular convirtiéndose en una guerra civil que dividió a España en dos zonas que se enfrentaron trágicamente hasta 1939. 


Pero la guerra fue también el resultado de las tensiones surgidas en Europa por la difícil coyuntura de la década de los 30, tras el ascenso del fascismo en Italia y del nazismo en Alemania.  El alzamiento militar fracasado se convirtió así en una guerra civil en la que tanto los sublevados como el poder legítimo republicano contaron muy pronto con ayudas exteriores. La Guerra Civil española alcanzó entonces una dimensión internacional e incluso se temió que el conflicto pudiera extenderse a otros puntos de Europa y del mundo. Para muchos, el conflicto español fue visto a nivel internacional como el primer enfrentamiento entre el fascismo y la democracia.


2. LAS CAUSAS DE LA GUERRA. 

En el estallido de la guerra podemos distinguir dos tipos de causas: las remotas, anteriores a la década de 1930 y las próximas, que surgieron durante el período republicano.

a) Las causas remotas. 

Un primer factor fue la manera de llevar a cabo la revolución liberal en España. Efectivamente, la oposición radical de dos bloques, característica de las revoluciones liberales del  siglo XIX, en España adoptó la forma de un secular enfrentamiento bélico (las tres guerras carlistas). Además, el Ejército intervino a menudo en la designación de los gobiernos a través de pronunciamientos, y en el período de la Restauración el sistema dejó  fuera del juego político a sectores importantes de la población. En estos elementos se asientan los orígenes de la permanente radicalización social y política. 

En segundo lugar, la actitud y la mentalidad del Ejército se manifestaron a través de la práctica golpista, que se produjo durante más de cien años. Estos golpes tuvieron un carácter liberal en la mayor parte de los que se realizaron durante el siglo XIX, pero ya desde el final de la Primera República y, sobre todo, desde la crisis del año 1898, una parte del Ejército español  evolucionó del liberalismo a posiciones conservadoras e, incluso, reaccionarias.

En tercer lugar, la escasa modernización del país, en relación con otras naciones del occidente europeo, dificultó  un avance global de la sociedad. La República intentó llevar a cabo una modernización en todos los órdenes, pero las fuerzas conservadoras de la sociedad (Iglesia, alta burguesía, terratenientes, militares, etc.) se opusieron violentamente durante todo el período republicano. 

Por último, la influencia de las ideologías dominantes en el contexto europeo: comunismo, por un lado, y, por otro, el nazismo y el fascismo, constituyeron un agravante de la situación 


 b) Las causas próximas

  Entre las causas próximas de la guerra civil española hay que destacar la crisis económica y social internacional que se produjo en la década de 1930, que coincidió con el período republicano en España.  Las alternativas políticas posibles durante la década de 1930 eran tres:

 1. El reformismo democrático: Francia y Reino Unido.
 2. La reacción fascista : Alemania e Italia.
 3. La revolución comunista, según el modelo de la URSS.

En España, la República se enfrentaba a la necesidad de canalizar los cambios sociales por la vía del reformismo. Pero la sociedad española fue incapaz de resolver los problemas: la derecha tendió a imitar el modelo de los fascistas italianos y a minar las reformas modernizadoras de los gobiernos republicanos. La izquierda radical (los anarcosindicalistas y un sector del PSOE) se opuso también a los gobiernos, que calificaban peyorativamente de burgueses.


3.- DEL PRONUNCIAMIENTO A LA GUERRA CIVIL

  Los conspiradores, en un principio, tuvieron por jefe a Sanjurjo, pero su exilio en Portugal hizo de Emilio Mola el verdadero director del levantamiento. El pronunciamiento militar se inicia en Melilla (17-VII-1936); en los días siguientes se levantan numerosas guarniciones en distintas partes del país, a las que se irán añadiendo contingentes civiles de las organizaciones políticas partidarias de la insurrección, tales como falangistas, tradicionalistas, monárquicos e importantes núcleos cedistas. Desde los primeros compases, a pesar del liderazgo de Mola, juega un papel fundamental el más joven de los generales españoles, Francisco Franco, que en vísperas del golpe ostenta el cargo de Comandante Militar de Canarias. El 19-VII lo encontramos ya en Tetuán, donde se pone al mando de las tropas de Marruecos. 

Entre el 18 y el 21 se pronunciaron las guarniciones en casi todas las provincias con éxito desigual, ante la incredulidad del gobierno republicano, cuyo presidente -Casares Quiroga- no tardaría en dimitir.   A primera vista, pues, el mecanismo de la sublevación parece casi idéntico al de los pronunciamientos militares clásicos. Lo nuevo consiste, primero, en la decisión asumida por los protagonistas militares -Mola en concreto- sobre la violencia que debía asumir el golpe con el fin de que fuera resolutivo y, segundo, en que el acontecimiento tuvo lugar después de una fase de politización de las masas que no había conocido jamás equivalente. De ahí que las organizaciones político-sociales (partidos y sindicatos) y la población resistiesen en todas partes, resistencia que hasta cierto punto se esperaba, pero no con la intensidad que se produjo. Por consiguiente, la rebelión militar no conseguirá sus objetivos en unos días ni en unos meses; para lograrlo habrá de arrastrar un sangriento conflicto de  tres años de duración.

   En la medida que el pronunciamiento militar fracasa políticamente en las partes vitales del país, va a significar su  transformación en REVOLUCIÓN y GUERRA CIVIL. El golpe de Estado triunfó en el  sentido de que privó a la República de casi todos sus cuadros militares. Pero el golpe  de estado fracasó en el sentido de que el ejército sólo tomó el poder en una parte del territorio.

   El conflicto civil español iba a ser  una "GUERRA POPULAR", es decir, en absoluto limitada a sus componentes militares clásicos. Uno de los indicadores más obvios de lo que estamos apuntando es la incorporación masiva de voluntarios civiles a través del mecanismo de las milicias, tanto en un bando como en el otro.

 El MAPA RESULTANTE tras el pronunciamiento presenta ciertas similitudes con el electoral de 1936. "Grosso modo", las zonas que permanecieron bajo control gubernamental corresponden a las regiones donde había triunfado el Frente Popular: Cataluña, Valencia, Murcia, la mayor parte del sur andaluz y, aislada de este bloque, casi toda la cornisa cantábrica
(Asturias y el País Vasco). A la inversa, la masa territorial rápidamente dominada por el golpe de Estado está constituida por Galicia, Castilla la Vieja-León y parte de Castilla la Nueva, Aragón y Navarra. Simplificando, se podría decir que se trata de un choque entre la España de dominante rural con la urbana.

Materialmente, el gobierno legal poseía mayor superficie y población -aunque dividida en dos bloques territoriales-, las zonas industriales y casi todos los recursos mineros. Los sublevados, en cambio, controlaban las regiones agrícolas.


4.- LOS RASGOS FUNDAMENTALES DE LA CONTIENDA.



 Comenzando por las FUERZAS ENFRENTADAS, la realidad es la división de los españoles en casi dos mitades. ¿Se lanzó a la aventura todo el bloque de poder? No, ciertamente. La puesta en marcha del mecanismo de la guerra civil fue obra de una minoría, procedente de las filas de aquella oligarquía que había visto debilitado su poder político y temía por sus intereses económicos. A la vez, en los aparatos del Estado existían núcleos considerables de funcionarios procedentes del sistema anterior que no aceptaron fácilmente la convivencia con la República: es el caso de la mayor parte del ejército y de la policía, de numerosos magistrados y diplomáticos, etc. Se buscará también el apoyo de las clases medias, especialmente de la pequeña burguesía agraria de provincias, y de un sector del campesinado: los modestos propietarios de Castilla-León.  

 Del lado republicano, sus defensores natos estuvieron constituidos por los obreros y las clases medias urbanas, sobre todo en las zonas industriales. Estas últimas no querían renunciar a las posibilidades de la democracia y no deseaban recaer en una nueva experiencia autoritaria. El apoyo de ambos colectivos será unánime en las regiones donde existían movimientos nacionalistas, como Cataluña y el País Vasco. En cuanto a los campesinos, constituyeron un mal aliado para la causa de la República debido a la influencia de la Iglesia, en unos casos, y a la tendencia a adoptar actitudes extremistas, en otros. 

 Segundo aspecto a destacar: la  POLARIZACIÓN EN TORNO A LA CUESTIÓN ECLESIÁSTICA. Aparte del ambiente anticlerical existente en la mayor parte de la izquierda española, la agresividad que estalla contra la Iglesia en la zona republicana desde los primeros momentos tuvo mucho que ver con la actitud que adoptaron la prensa católica y de los partidos de derechas en lo relativo a las reformas republicanas concernientes a la secularización de la enseñanza y de la sociedad, presentadas como una amenaza a los sentimientos religiosos de la nación y a la moralidad pública. O, lo que es más importante, la toma de postura de la institución eclesiástica a favor de los sublevados desde 1936.

Pero lo más grave es que, al tomar partido, la Iglesia lo hizo en nombre de Dios, convirtiendo así una sublevación militar en una guerra de religión ("Cruzada"). De esta forma el clero español apostaba por un orden conservador y rígidamente confesional, que va a ser identificado como la "esencia" de la patria. Esta identificación  con la causa franquista va a producir la inserción de la Iglesia en todos los planos de la vida de la España "nacional”.

          Pasando a los ASPECTOS MILITARES, conviene señalar que las únicas fuerzas profesionales quedaron en el bando franquista. Además, las tropas republicanas adolecieron de una tremenda falta de mandos intermedios, pese a la presencia de una elite de jefes en la cúpula militar. La mayor parte de la flota permanece fiel a la República y sólo en algunas bases como en El Ferrol, los sublevados controlan la situación. La aviación también permanece fiel, pero muchos aviones serán inutilizados por los oficiales.

 Los "nacionales" crearon un ejército regular, convencional, en torno al de África e insertaron en él a las milicias -falangistas, tradicionalistas, etc.-, subordinándolas al mando único. En cambio, los republicanos deshicieron los cuadros militares y les dieron nueva forma, constituyendo el llamado "ejército
popular, netamente inferior al otro por una doble causa: la incapacidad para emplear con eficacia a los mandos que permanecieron fieles a la República y el voluntarismo de las milicias populares, que actuaban por su cuenta y no aceptaban las órdenes de unos profesionales de los que desconfiaban. 

Por último, es necesario constatar que el suministro de armas fue mucho más regular y eficaz en el bando franquista que en el republicano, debido en gran parte a la actuación del Comité de No Intervención. 

   Respecto a la FINANCIACIÓN DEL ESFUERZO BÉLICO, la República dispuso para la financiación interna de los recursos del Banco de España que ascendieron a 12.754 millones de pesetas. Para la compra de armamento en el exterior se utilizaron las reservas de oro: 510 toneladas (500 millones de dólares de la época) fueron depositados en la URSS con tal fin, amén de otras 1.923 toneladas en París. Al final de la contienda se procedió a
Reservas de oro del Banco de España
vender plata a Estados Unidos y Francia.   En cuanto al régimen franquista, utilizó el mismo mecanismo en el interior gracias a la ayuda del Banco de España de  la zona nacional, instalado en Burgos, que adelantó unos 10.000 millones de pesetas.

 En cuanto al exterior, Alemania e Italia estuvieron dispuestas a adelantar armamento y créditos a los sublevados, aplazando su devolución o cobrándose en materias primas (caso de Alemania con el wolframio durante la guerra mundial). Globalmente, Franco recibió de Mussolini unos 6.000 millones de liras y de Hitler unos 500 millones de marcos: el conjunto de estos recursos ha sido calculado en 500 millones de dólares. A  ello hay que añadir el suministro de carburantes hecho a crédito por la Texas Oil, por la Standard Oil y la General Motors. Asimismo hubo ayudas personales muy importantes como la de Juan March: un millón de libras esterlinas con las que se compraron al contado los primeros aviones italianos. 

Los economistas actuales han llegado a la conclusión de que la financiación exterior por el Eje Berlín-Roma y, en menor medida, por los medios financieros del capitalismo mundial, fue decisiva en el esfuerzo de guerra franquista, pero endeudó durante mucho tiempo al Estado español.
 
   Un último rasgo a señalar es la IMPORTANTE PROYECCIÓN INTERNACIONAL DE LA CONTIENDA. El fenómeno presenta tres vertientes complementarias entre sí: 

 a) El impacto de la guerra civil sobre la coyuntura política internacional. Frecuentemente se ha avanzado la tesis de que fue a  la vez preludio y primer acto de la segunda guerra mundial. 

 b) El impacto de la propia situación internacional. La génesis de la guerra civil española se vio precipitada por el radicalizado ambiente de los años treinta. El temor y/o la fascinación por los ejemplos fascista y comunista actuó como catalizador del amplio abanico de fuerzas enfrentadas. 

 c) La intervención extranjera en el  conflicto. Puede distinguirse entre la que podemos llamar directa -envío de combatientes, asesores y material de guerra- y la indirecta, constituida esencialmente por el Acuerdo de No Intervención. En cuanto a la primera, resultó determinante, como se dijo, en el transporte de las tropas de Marruecos a la Península así como para una mayor duración de la guerra. En cuanto al Acuerdo de No Intervención propuesto por Gran Bretaña y Francia, se sumaron a él las demás potencias, pero, dada la violación sistemática por parte de dos de ellas -Alemania e Italia-, el hecho de que las restantes lo cumplieran significó en la práctica una forma de injerencia claramente perjudicial para la República. Tal actitud sólo cobra su auténtico sentido en el contexto de la política de apaciguamiento desplegada fundamentalmente por Gran Bretaña. 

Por consiguiente, desde el punto de vista internacional, los dos bandos no estuvieron en pie de igualdad. Mientras que Italia, Alemania y Portugal ayudaron a Franco de manera incondicional (material bélico, combatientes), Francia y Gran Bretaña mantuvieron una actitud reticente hacia la República. Probablemente influyó en ello la reacción de las clases dirigentes de ambas, orientada por una doble creencia: la de que un gobierno privado del apoyo de las clases superiores  y de su ejército no tenía ninguna probabilidad de conseguir la victoria y la de que, si ésta se producía, podía dar lugar a una revolución social más temida por ellos que el propio fascismo.    Sólo la URSS mantendrá casi hasta el fin la solidaridad con la causa republicana. Por otra parte, los partidos comunistas principalmente movilizan las Brigadas Internacionales.


5.- LAS OPERACIONES MILITARES

   Desde el 20/21 de julio se perfila  una división militar y geográfica que era favorable al gobierno. Aparte de Marruecos, Canarias y Baleares, los insurgentes sólo dominaban las montañas de Aragón, Navarra, Galicia y la meseta de Castilla; por último, la costa andaluza, de Algeciras a Huelva. 




       5.1.- Etapas militares de la guerra civil española:

A) Verano y otoño de 1936. Las columnas.
         
         El primer objetivo de los sublevados era Madrid, sede del gobierno republicano. El bando  sublevado hizo
recaer el avance hacia Madrid sobre las fuerzas del ejército del sur. El inconveniente inicial era la necesidad de trasladar el ejército desde África, para lo que Franco gestionó la ayuda de barcos y aviones italianos y alemanes.

Una vez  conseguido, se aseguró el dominio de gran parte de Andalucía, y se inició la marcha hacia Madrid, hacia donde se dirigían también las tropas del norte.
                    El 11 de agosto los sublevados toman Mérida y el 14 Badajoz, que resistió denodadamente, produciéndose después una atroz represión.
Estado del Alcazar de Toledo tras la liberación
Desviándose de su camino hacia Madrid, tomarán el 27 de septiembre Toledo (liberando el Alcázar donde Moscardó estaba sitiado). Esta dilación permitió organizar una mejor defensa de Madrid. Mientras tanto, procedentes de Cataluña, columnas del POUM y anarquistas conquistan en este de Aragón, aunque no las capitales de provincia.

Para dirigir la campaña militar los generales sublevados se reúnen en Burgos y deciden nombrar al general Franco Jefe del Gobierno y Generalísimo de los ejércitos.

          Mientras tanto, se encarga la defensa de Madrid al general Miaja y al coronel Rojo. Se hace celebre ahora la consigna dada por Dolores Ibárruri (“No pasaran”).  

        La batalla de Madrid se inicia en octubre. Los sublevados tienen superioridad en el aire , en artillería y en unidades militares entrenadas. A pesar de ello las milicias consiguen frenarlos en la Ciudad Universitaria. Pero a
finales de octubre llegan los primeros aviones rusos y entran en acción las Brigadas Internacionales que equilibra el potencial bélico. El gobierno se traslada a Valencia y crea la Junta de Defensa de Madrid que deja a Miaja y Rojo total libertad de acción.

        En febrero de 1937 se produce la ofensiva del Jarama que pretendía cercar por el sur a Madrid y cortarlas comunicaciones con Valencia. En ella los sublevados sufren un gran revés. Esta derrota fue compensada con la toma por parte del ejército expedicionario italiano de la ciudad de Málaga. El intento de atacar Madrid desde Guadalajara originará la mayor derrota del ejército italiano (20-23 marzo).
        
        
                B) La campaña del Norte (abril-octubre 1937).
        
         Ante la resistencia de Madrid, Franco decidió acabar con el foco del norte.

En la primavera y verano de 1937 ejército nacional ocupará Vizcaya, Cantabria y Asturias. La resistencia de Bilbao se vio minada por la utilización de la aviación en bombardeos masivos (abril: Guernica y Durango). El 19 de junio conquistan Bilbao tras un gran bombardeo artillero.

         El nuevo gobierno republicano dirigido por Juan Negrín intentó una serie de ofensivas de diversión para evitar la caída del norte: Brunete y Guadarrama (julio del 37) y Belchite en Aragón (agosto) que a pesar de tener un éxito inicial y de mostrar la nueva capacidad militar del ejército republicano, acabaron estancándose. Santander cayó el 2 de agosto y Gijón el 20 de octubre.
        
            C) El avance hacia el Mediterráneo (noviembre 1937-junio 1938).
        
         Tras dominar el frente norte, el general Franco trasladó el grueso de sus fuerzas al frente de Aragón. Los republicanos lanzaron la ofensiva sobre Teruel en diciembre de 1937 que consiguen conquistar.  Franco da la orden de recuperarla a cualquier precio. El día 22 de febrero de 1938 los nacionales recuperan la ciudad y sin dar tiempo a recuperarse al ejército republicano se inicia la ofensiva general: Yagüe toma Lérida en abril. El día 15 de abril el ejército sublevado llega al Mediterráneo en Vinaroz dividiendo la zona republicana en dos.


         El 24 de julio de 1938 se inicia la Batalla del Ebro. Siete divisiones republicanas muy bien equipadas atraviesan el Ebro y tratan de enlazar con la zona dominada por el gobierno republicano. Tras una larga lucha de desgaste con la utilización masiva de la artillería, el 16 de noviembre los restos del ejército popular regresan a Cataluña. Han perdido 70.000 hombres y toda capacidad de resistencia.
        
                 D) La conquista de Cataluña (julio 1938-febrero 1939).
        
         En los primeros días de 1939 el ejército nacional penetra en Cataluña. Sin encontrar una gran resistencia van conquistando Tarragona, Barcelona  (26 de enero) y Gerona. El 10 de febrero llegan a la frontera francesa. Milesde combatientes y de civiles republicanos se refugian en Francia donde son internados en campos de concentración.

         La caída de Cataluña supone el fin de la capacidad del gobierno de Negrín que sólo domina Valencia, Murcia, La Mancha y Madrid.

         En esta situación Juan Negrín  sigue postulando una defensa a ultranza en la confianza de que el  inminente estallido de una guerra en Europa proporcionaría ayuda a la República.

          En Madrid se forma una Junta de Defensa (Casado, Besteiro,...)que da un golpe de Estado y dirige una propuesta de paz que Franco no acepta. La descomposición del ejército republicano es total. El 28 de marzo las tropas nacionales entran en Madrid. El resto de ciudades caen en muy pocos días. El 1 de abril de 1939 se emite el último parte de guerra del cuartel general de Franco.


6.- LA EVOLUCIÓN INTERNA DE LAS DOS ESPAÑAS.
 
  A partir del 18 de julio de 1936, España quedó dividida en dos zonas. Ambas presentan una serie de similitudes que conviene destacar: 

 a) La existencia de una fuerte represión, tanto oficial -desde los aparatos del Estado- como espontánea -grupos políticos extremistas, milicias, etc.-. La procedente de estos últimos fue la más mortífera. Que el porcentaje de muertos por represión se acerque a la mitad (48%) de todos los muertos en la guerra resulta un testimonio evidente de la barbarie desplegada. 

 b) El intento fallido por evitar, en los dos bandos, los apelativos que podían desacreditarlos ante la opinión pública internacional, a saber, el de fascista en el sublevado y el de rojo en el republicano. 

c) La ausencia de un bloque socioideológico unánime en cada zona. En ambos bandos hubo partidarios y adversarios de la situación que les había tocado en suerte, de ahí la permanencia de la represión citada más arriba.

d) La aparición de nuevas formas políticas. Ahora bien, mientras en el bando republicano el respeto a las estructuras parlamentarias dio lugar a que las experiencias social-revolucionarias  tuvieran sólo alcance local y fueran efímeras, en el franquista se empieza  a dibujar un nuevo Estado que durará más de cuarenta años.
        
            6.1.- La zona republicana. 

 a) Cantonalismo político y revolución. 

   La primera reacción del gobierno de Madrid ante el pronunciamiento militar del 18 de julio fue dimitir. La respuesta de los partidos proletarios fue exigir armas para los trabajadores. El nuevo gobierno de Martínez Barrio, formado el 19 de julio (y que duró sólo ese día)se negó a hacerlo por miedo a una toma del poder por los trabajadores. Esta toma de poder tendría lugar cuando el gobierno de José Giral (de 19 de julio a 4 de septiembre) entregó armas a las milicias obreras. En todas aquellas ciudades y pueblos que permanecieron fieles a la República la maquinaria local de gobierno se vio sustituida por comités locales de militantes de los partidos cuyas órdenes las hacían cumplir por medio de patrullas armadas de milicianos. 

   En definitiva, el pronunciamiento del 18 de julio de 1936 llevó al HUNDIMIENTO DEL ESTADO REPUBLICANO y al consiguiente ESTALLIDO DE PODERES REVOLUCIONARIOS: cada región  (o incluso cada provincia y cada localidad) presenció la constitución de Juntas y Consejos que, a modo de cantones, actuaron de manera virtualmente autónoma. "Todo el aparato del Estado había sido destruido y el poder estaba en las calles". Éste fue tomado por las grandes organizaciones proletarias: la UGT, el PSOE  y la CNT. 

La cuestión esencial es si se debe realizar la revolución social al mismo tiempo que la guerra o dar prioridad a la guerra reforzando el Estado y postergando la  revolución. Los anarquistas de la CNT, una parte de los militantes de la UGT, una fracción del PSOE y del POUM, se inclinan por la primera opción. La segunda cuenta con el apoyo de los republicanos, una parte de los socialistas y el pequeño Partido Comunista.

Desde el punto de vista estrictamente militar, ello explica la ineficacia de las tropas republicanas en los primeros meses  de la guerra, cuando las fuerzas todavía estaban equilibradas. El ejército organizado desapareció en muchas regiones, siendo sustituido por una mezcla de milicias políticas y sindicales carentes de la menor disciplina.  

 Pero hay otro aspecto que rebasa la vertiente militar de la práctica revolucionaria: el económico-social. Se resume en el concepto de COLECTIVIZACIÓN: la toma del poder en las  fábricas y en las grandes propiedades por comités de obreros o por los sindicatos. 

   Respecto de las colectividades agrarias, los datos apuntan a la puesta en marcha de un proceso considerable, sobre todo en Extremadura, La Mancha, Andalucía o Murcia: 3.000.000 de personas habrían participado en la colectivización y se expropiaron 5.500.000 hectáreas. Con todo, las diferencias interregionales son  grandes. Se trata de una transformación esencialmente revolucionaria, ya que representa un cambio jurídico en la posesión de la tierra, que pasa a ser de la comunidad que la trabaja. 

  Otro tanto cabe decir de la colectivización de las fábricas, ubicadas mayormente en Barcelona, Valencia, Madrid y Asturias. Cuando se constató que ello redujo la productividad, el gobierno republicano procedió a nacionalizarlas.


b) Los problemas del gobierno republicano

El 4 de septiembre de 1936 Largo Caballero se convierte en jefe del gobierno republicano (hasta 17/5/1937). Toda la política del dirigente socialista estuvo orientada a ganar la guerra centralizando el poder político y creando una máquina militar, integrando a las milicias obreras en un nuevo ejército regular.  Progresivamente, el  gobierno recupera su autoridad y reorganiza la policía bajo su control. En el terreno económico, las nacionalizaciones sustituyen  a las colectivizaciones, medidas no gratas para la CNT. 

No sólo fueron las exigencias enfrentadas de los partidos y sindicatos (priorizar en ganar la guerra o en hacer la revolución) quienes debilitaron el gobierno central. Es importante advertir que el control del gobierno central nunca se estableció a lo largo y ancho de toda la zona republicana. Éste era particularmente el caso de Cataluña y las provincias vascas. Ambas tenían estatutos de autonomía y ambas deseaban llevar esa autonomía hasta sus límites.  

   Juan Negrín constituye el nuevo  gobierno el 17 de mayo de 1937. Los anarquistas no figuran en el gobierno; tampoco Largo Caballero. En realidad, el principal apoyo lo encuentra en el Partido Comunista: la influencia adquirida se debía  al control sobre la ayuda soviética, a su capacidad de organización, al espíritu de disciplina que defendían.

La obra del nuevo presidente estuvo dirigida a la centralización y al logro de una eficacia política imprescindible si se quería conseguir la victoria. Las primeras medidas se dirigen contra el POUM y la CNT. Simultáneamente, el gobierno busca nuevos apoyos devolviendo a  sus propietarios algunas tierras cuya incautación no estaba legalizada, ordenando cesar el hostigamiento religioso e intentando negociar con el Vaticano,  y terminando con algunas persecuciones arbitrarias (13 puntos de Negrín)


 6.2.- La zona "nacional". 

 a) Evolución política

 Desde los primeros meses la vida política de la España franquista presentó una fisonomía esencialmente distinta a la de la España republicana. Los valores dominantes del movimiento antidemocrático eran la jerarquía y la disciplina. Prevalecía el estilo militar. 

La Junta de Defensa Nacional, creada en Burgos y presidida por el general Cabanellas, asumirá con rapidez todos los poderes del Estado, con un doble objetivo: coordinar las acciones militares y constituir un embrión de gobierno. 

  De esta forma se dio paso a una legalidad distinta a la anterior, plasmada en la elección de una bandera diferente, y apoyada en la declaración del estado de guerra en todo el territorio nacional. A la vez, el nuevo organismo comenzó a actuar sin tener en cuenta a los partidos políticos que habían apoyado la sublevación, decantando su orientación política hacia la consideración del ejército como columna vertebral y símbolo de la unidad nacional y contra el parlamentarismo y los partidos políticos. Estos últimos fueron prohibidos; sólo  se exceptuaron Falange Española y los tradicionalistas. 

  La Junta de Defensa evolucionó rápidamente hacia el MANDO ÚNICO, el cual recayó en manos del general Franco, que reunió en su persona el poder militar y el político, actuando desde el primer momento como Jefe del Estado.

  La consecución de la unidad política en el campo nacionalista nos proporciona un agudo contraste con las disputas del bando republicano. Obedeció en gran medida a la preocupación de Franco por intentar unificar políticamente las fuerzas que habían sustentado la rebelión, con el fin de concentrar todos los esfuerzos en ganar la guerra. En esta línea, se promulgó el
famoso DECRETO DE UNIFICACIÓN del 19 de abril 1937 que reunió en un solo cuerpo a los distintos grupos fascistas y al carlista. Había nacido FET y de las JONS (Falange Española Tradicionalista y Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). Los carlistas fueron los grandes perdedores en este proceso de unificación desde arriba: el programa del nuevo partido era básicamente  el de Falange y no aparecía por parte alguna la promesa de restaurar la dinastía auténtica. Los monárquicos y la gran masa de católicos y conservadores que habían aceptado la situación militar serían absorbidos por el futuro Movimiento Nacional. 

  Ahora, Franco, jefe del partido único al mismo tiempo que generalísimo y jefe del Estado, controlaba directamente todos los cargos importantes del gobierno, el partido y el ejército. Como último recurso siempre estaba  el ejército. 

   El 30 de enero de 1938 juró sus cargos el primer gobierno de Franco. Se trataba de un gabinete nombrado por él mismo y en el que quedaban equilibradas las distintas fuerzas del régimen, tres generales, un carlista y dos falangistas, y dos tecnócratas. Dos de los ministros procedían de los monárquicos conservadores de Renovación Española, claro exponente de la naturaleza esencialmente conservadora de un régimen que ya le había vuelto la espalda a la "revolución nacional" de los falangistas. 

   En cuanto a la ideología del nuevo  dictador, hay definirla como ecléctica. Efectivamente, en ella aparecen elementos tradicionalistas, fascistas -sobre  todo el totalitarismo y el corporativismo-, nacionalistas y procedentes del pensamiento católico integrista. Mientras por un lado garantiza la pervivencia del sistema capitalista -defensa de la propiedad privada, limitación de los derechos de los trabajadores-, por otro va a utilizar a la Iglesia como medio de legitimación, aprovechando el amplio apoyo de la jerarquía eclesiástica española. De ahí la política restauracionista en materia religiosa: abolición de la legislación laica de la República, regreso de los jesuitas, reaparición de los crucifijos en las aulas. La conquista real de la Iglesia consistió en recobrar el sistema educativo. Se purgó a los maestros republicanos, aquellos que se quedaron estuvieron sujetos a cursos intensivos de reeducación en el pensamiento religioso.

 b) Evolución económica y social.
  
En enero de 1938, Franco promulga un FUERO DEL TRABAJO: el ideal falangista de una España transformada radicalmente en la que el capitalismo liberal del "laissez-faire" sería sustituido por la cooperación de capitalistas y trabajadores en "sindicatos verticales" bajo la dirección paternal del estado, "sin transformar la situación respectiva de las diferentes clases", fue lo que proporcionó su base ideológica.

   En cuanto a la obra práctica realizada en el transcurso de la guerra, presenta  diferentes aspectos:

  •  - En primer lugar, la reacción contra la obra del Frente Popular: persecución de los dirigentes sindicales, declaración de ilegalidad para los sindicatos, salarios que retroceden al nivel de febrero de 1936, tierras devueltas a sus antiguos propietarios, indemnizaciones a las personas afectadas en sus bienes.
  •  - Inversamente, se adoptan medidas legislativas que no son aplicadas (seguros sociales, expropiación de tierras no cultivadas).
  •  - Se adopta una política económica autárquica (explicada por la guerra, pero con trascendencia para el porvenir): intervencionismo del Estado, control de materias primas, Servicio Nacional del Trigo, etc.
  •  - El más visible esfuerzo social fue obra de las circunstancias: programa de reconstrucciones, ayudas a las víctimas de la guerra y auxilio social.

   En resumen, la guerra, lejos de desatar la revolución anunciada por el vocabulario de los falangistas, no supuso, en la zona nacionalista, ningún cambio profundo en la estructura de la sociedad.  Al contrario, las castas dirigentes -clero, ejército, juventud rica asociada al Partido- se impusieron de forma decisiva.


7.- LAS CONSECUENCIAS DEL CONFLICTO. 

 7.1.- Consecuencias de la guerra. 

Consecuencias demográficas.  Se han dado cifras muy dispares al cuantificar las pérdidas demográficas: los muertos en el frente y por la represión en la guerra y en las posguerra, el hambre, las epidemias; la reducción de la natalidad...Los cálculos más aceptados estiman en quinientos mil muertos, el coste demográfico de la guerra y la posguerra. A ello habría que añadir la cifra de no nacidos y la pérdida de población joven. Otro elemento clave de las consecuencias demográficas fue el exilio republicano. Ya durante el conflicto, los "niños de la guerra" fueron evacuados a países extranjeros, pero el gran éxodo tuvo en enero y febrero de 1939. En conjunto, se calcula que hubo unos cuatrocientos cincuenta mil exiliados. Muchos de estos exiliados van a combatir en la Segunda Guerra Mundial al lado de los aliados y muchos de ellos cayeron bajo el poder de los nazis y acabaron en campos de concentración. Otros emigraron a América, donde fueron acogidos especialmente por México y Argentina.

Consecuencias económicas . La guerra fue una verdadera catástrofe económica. Un dato revela su magnitud: la renta nacional y per cápita no recuperará el nivel de 1936 hasta la década de 1950. Estos fueron los principales elementos de esa catástrofe económica:

 Destrucción del tejido industrial del país, lo que llevó a la vuelta en los años cuarenta a una economía básicamente agraria.
 Destrucción de viviendas, comunicaciones, infraestructuras...
 Aumento de la deuda externa y pérdida de las reservas de oro del Banco de España, usadas por el gobierno de la República para pagar la ayuda soviética.

Consecuencias sociales.  Recuperación de la hegemonía económica y social por parte de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera (Bloque de Poder), que desplegará su hegemonía ideológica y se identificará con el  poder político, dominado  por el carismático poder personal de Franco y por el peso de aparatos coactivos tan indispensables como el Ejército y la Iglesia. 

Consecuencias morales: Se impondrá una nueva escala de valores, la de los vencedores, que identificará el resultado de la guerra como el "triunfo del bien sobre el mal", de "España sobre la anti-España", de "la civilización cristiana sobre la barbarie de los sin-Dios.

En definitiva,  la guerra supuso una verdadera fractura moral del país. Varias generaciones marcadas por el sufrimiento de la guerra y la represión de la larga posguerra. 

Otras : Aislamiento internacional tras la Segunda Guerra Mundial, exclusión del España del Plan Marshall  e incremente del retraso de España en relación al resto de Europa Occidental.


7.2.- Los efectos de la represión postbélica.

 El final de la guerra no trajo la paz, sino la eliminación de los vencidos . La REPRESIÓN es la resultante de la actuación de los vencedores sobre los vencidos que se comienza a ejercitar desde  los primeros triunfos de la sublevación en 1936 y que se generaliza cuando poco antes de finalizar la guerra (febrero de 1939) Franco dicta la Ley de responsabilidades políticas, que con efectos retroactivos estaba destinada a perseguir a quienes desde octubre de 1934 habían colaborado “con actos u omisiones graves a forjar la subversión roja”. Para ello, además de los tribunales militares que juzgarían todo lo que según su propio criterio estaba relacionado con el ámbito castrense, se habrían de constituir tribunales especiales formados por el Ejército, la Judicatura y Partido. Las penas de muerte fueron frecuentes así como las de largos años de prisión. También se promulgó La Ley de represión de la masonería y el comunismo.

Se  trataba, por tanto, como norma única, de edificar el Nuevo Estado sólo sobre adictos. Y si no hubo paz (las guerrillas antifranquistas, los maquis, continuaron, además, hasta la década de los cincuenta) mucho menos hubo piedad y perdón. 

Por otra parte, la PROPAGANDA, a través del monopolio de los medios de comunicación, cumplió su parte correspondiente en la teórica aceptación del Régimen.   "Se depura, se denuncia, de detiene, se tortura a veces, se fusila. Porque todos los habitantes de la zona republicana son más o menos sospechosos. QUIZÁ SEA ÉSTE EL MAYOR PRECIO MORAL Y POLÍTICO DE LA GUERRA. 

            8.- CONCLUSIÓN
        No fue esta una guerra como las anteriores: fue una guerra de vencedores y vencidos, en la que se buscó no sólo la derrota, sino la aniquilación y el exterminio del enemigo, del derrotado, y en la que los causantes de la tragedia sabían bien lo que querían y emplearon todos los medios para conseguirlo.

          La Guerra Civil no generó un régimen fascista al uso, sólo abortó las posibilidades democrático-reformistas encarnadas  por el republicanismo burgués y apoyadas por algunas corrientes socialdemócratas, dando lugar a unadictadura militar que habría de durar hasta noviembre de 1975.